Reparto: Nicolas Cage, Ciarán Hinds, Violante Placido, Idris Elba, Johnny Whitworth, Christopher Lambert, Fergus Riordan
Sinopsis: Secuela de Ghost Rider: El Motorista Fantasma (2007).
En esta ocasión Johnny Blaze/Ghost Rider (Nicolas Cage) se esconde en un lugar remoto del este de Europa,
donde lucha por reprimir su maldición. Blaze es reclutado por una secta
para enfrentarse al demonio (Ciarán Hinds), que quiere apoderarse el
cuerpo de su hijo mortal el día de su cumpleaños.
Men in Black III (Hombres de Negro 3 en español) conocida como MIB3 o Men in Black 3-D es una película dirigida por Barry Sonnenfeld y protagonizada por Will Smith, Tommy Lee Jones y Josh Brolin. Escrita por Etan Cohen, la película tiene previsto su estreno el 25 de mayo de 2012 en 3D y es la secuela de Los hombres de negro (1997) y Los hombres de negro 2 (2002).
Producción
El 1 de abril de 2009, el presidente de Sony Pictures Entertainment anunció la película por primera vez durante una presentación de Sony ShoWest. , después de un año, en abril de 2009 Barry Sonnenfeld confirma el regreso de Tommy Lee Jones y Will Smith a la tercera entrega de MIB, como los agentes K y J. Además, también regresaron de la precuela anterior los productores
Walter F. Parkes y Laurie MacDonald, y como productor ejecutivo Steven Spielberg, Jeff Blake, el presidente a nivel mundial del marketing y distribución de Sony Pictures
comentó que estan muy emocionados por tener al equipo original de
producción responsable de las dos películas anteriores en Men in Black
3, ya que saben que este capitulo tendrá "twist" para los admiradores de
la franquicia mientras presentan a Men in Black a una nueva generación
de cinéfilos.
El guion escrito por Ethan Cohen-quien fue guionista de las dos
películas anteriores-fue reescrito por David Koepp, para mejorar el
trabajo original.Mientras que un tercer escritor, Jeff Nathanson, para escribir la
escena del viaje en el tiempo, ya que la película tratará sobre un viaje
al pasado a 1969.
Estreno
A principios de mayo de 2010, Columbia Pictures anunció que Men in Black III llegará a los cines de todo el planeta el 25 de mayo de 2012 en el formato tridimensional.
Una fabulosa y
apasionada carta de amor al cine y a su conservación, enmarcada en las
intensas aventuras de dos huérfanos en el París de los años 30.
Esta deslumbrante película familiar será estrenada el 23 de noviembre por Paramount.
Apasionado
alegato en favor de la conservación del cine, envuelto en una
imaginativa historia infantil de intrigas y aventuras, “Hugo” compagina
los primeros tiempos del cine con la tecnología cinematográfica más
actual. Al mismo tiempo la película menos típica de Scorsese y la que
está hecha con más sentimiento, esta lujosa adaptación de la
fabulosamente ilustrada novela gráfica de Brian Selznick es claramente
una película infantil y familiar, aunque se trata más bien de una que
funcionará mejor entre chicos sofisticados y adultos con inquietudes
culturales. Paramount no tiene más opción que ir a por todas y vender la
película en 3D más ingeniosa al público más amplio posible, esperando
que los elogios de la crítica y el factor de la novedad excitarán la
curiosidad de todo tipo de públicos. Aún así, sigue siendo una propuesta
comercialmente arriesgada.
Al igual que la mayoría de las
ficciones más populares y duraderas pensadas para los niños, desde
Dickens hasta Harry Potter, ésta trata de huérfanos y marginados, unos
chicos que tienen que conspirar, luchar y resistir contra la autoridad
para abrirse camino en la vida. Con una imaginación excepcional, primero
Selznick y ahora Scorsese y el escenógrafo John Logan han encontrado la
forma de conectar a sus ingeniosos personajes con uno de los mayores
personajes de los primeros tiempos del cine, Georges Melies, famoso por
ser el creador del género de la ciencia-ficción con su película de 1902
“Viaje a la Luna” y, lo que quizá sea aún más importante, por ser el
primer hombre en identificar la relación entre el cine y los sueños.
En
un momento incidental que justifica por sí solo todo el resurgir actual
del 3D, Scorsese recrea la legendaria proyección de la grabación de los
hermanos Lumière de “Llegada de un tren a La Ciotat”, en la que los
espectadores retrocedían horrorizados al ver la filmación de un tren
entrando en una estación y que parecía dirigirse directamente hacia
ellos, de una forma que capta de una manera asombrosa la reacción que se
dijo que había causado aquella breve grabación. Para cualquiera que
esté remotamente interesado en la historia del cine, “Hugo” tiene que
ser vista en 3D aunque sólo sea por este breve interludio, que Scorsese y
el director de fotografía Robert Richardson han llevado a cabo mediante
una combinación impecablemente precisa de ritmo y encuadre.
La
riqueza de los detalles y el evidente cuidado que se han puesto en
todos los aspectos de la producción son de una calidad que solamente es
posible cuando un director de primera fila tiene las manos libres para
hacer todo aquello que él o ella considere necesario para cumplir
plenamente los objetivos de un proyecto. Como ya se ha comprobado
demasiadas veces, esta especie de carta blanca tiene su contrapartida en
la indulgencia, la extravagancia y el despilfarro. Sin embargo, en este
caso la obvia inversión en tiempo, dinero y trabajo parece haberse
dedicado a asuntos relacionados directamente con la obsesión primordial
de Scorsese por el cine, sobre todos los relativos a su creación, la
manera de presentarlo, la naturaleza de la gente que lo hace, su
importancia en la vida interior de aquellos a quienes les encanta, y la
conservación tanto de las propias películas como de la reputación de sus
realizadores.
En contraste con esto, los defectos de la
película tienen que ver más bien con temas menos elevados como un ligero
exceso de duración, ser un poco repetitiva, y el hecho evidente de que
Scorsese no es un gran director de comedia física.
El
huérfano homónimo es Hugo Cabret (Asa Butterfield), un adolescente
impúber que, tras la muerte de su querido padre (Jude Law en flashback)
es acogido a regañadientes por un tío disoluto (Ray Winstone), que es el
encargado del complicado sistema de relojes de una de las principales
estaciones de París, hacia 1931 (tal como se especifica en el libro de
Selznick “La invención de Hugo Cabret”, aunque no así en la película).
El laberinto de ruedas, palancas, ejes y escaleras que contiene esa sala
oculta es recorrido mediante un extraordinario plano que se desplaza
por todo el lugar, y cuando el anciano muere, Hugo, que no tiene adónde
ir, se encarga subrepticiamente de los relojes, sin que se entere el
vigilante inspector de la estación (Sacha Baron Cohen).
Cuando
no hay moros en la costa, Hugo se escabulle por una grieta de la pared
para buscar algo de comida, y tiene problemas con un anciano amargado
(Ben Kingsley) que tiene una tienda de juguetes en la estación. También
se encuentra con otro habitante de la estación, Isabelle (Chloe Grace
Moretz), que se ha criado con el anciano, que es su padrino, y con su
mujer. Una moza precoz a la que, gracias a una oportuna ocurrencia de
Logan, le gusta utilizar palabras grandilocuentes, Isabelle es una rata
de biblioteca con unos ojos brillantes y una maravillosa sonrisa cuya
única queja es que sus protectores no la dejan ver películas. Hugo le
pone remedio llevándola a una proyección de “El hombre mosca”, famosa
por la imagen de Harold Lloyd colgando de un gran reloj sobre las calles
de Los Ángeles. Así nace una nueva cinéfila.
Habiendo
encontrado a su primer amigo, Hugo se atreve a meter a Isabelle en su
refugio privado, pero con un motivo añadido: una llave en forma de
corazón que ella lleva colgada al cuello parece ser justo lo que
necesita para activar la principal herencia recibida de su padre, un
elaborado autómata sin terminar que él ha estado toqueteando y del que
sospecha que podría darle una información vital.
Lo
inesperado es que el guardián de Isabelle no es otro que Melies, el
pionero del cine al que se dio por muerto durante la Primera Guerra
Mundial. Amargado y olvidado, Melies destruye su propia obra, fundiendo
el celuloide para que se utilice en tacones para zapatos de mujer, y los
niños, confabulados con uno de los primeros historiadores del cine
(Michael Stuhlbarg) se disponen a organizar la rehabilitación de la
reputación del anciano a la vez que intentan que vuelva a sentir que su
vida tiene un propósito.
El
deseo de rehabilitar a un cineasta y su obra subyace en el núcleo de
“Hugo”y quizás nunca antes ha sido expresado de manera tan hermosa y
extensa en un largometraje narrativo. Cuando la película comienza su
segunda hora, Scorsese y su equipo recrean de forma imaginativa y
emocionante el rodaje de varias escenas notables de las películas de
Melies, reproduciendo los extraordinarios platós, vestuario y “efectos
especiales” que utilizaron, y donde a menudo aparece la mujer del
director, Jeanne (Helen McCrory). Se recalca cómo se coloreaban plano a
plano las películas de Melies, cuyo resultado se muestra vívidamente
gracias a la reciente restauración fortuita del color de “Viaje a la
Luna” realizada por Lobster Films. En contextos parecidos, se muestran
muchas otras películas mudas (algunas famosas, otras no tanto) de una
manera expresiva pero admirablemente disciplinada.
Comparado
con la hazaña fundamental de Scorsese al articular tan elocuentemente
su imperdurable pasión en un contexto funcional, el melodrama que rodea a
la precaria existencia de Hugo en la estación y la persistente, aunque
fácilmente frustrada, persecución a la que le somete el jefe de estación
parece demasiado extenso y complaciente. Los interludios del chico en
peligro parecen casi obligados, concebidos como algo para seducir
potencialmente al público más joven, y reforzados para que pase más
tiempo en pantalla Cohen, quien muestra un registro interpretativo
escasamente gracioso y un poco desafinado. El director se esfuerza por
darle vida cinematográfica a las escenas de la estación, dejando que la
cámara se mueva entre ejércitos de extras y densos detalles escénicos,
pero finalmente se cae en la exageración tras unas cuantas persecuciones
de más. Su objetivo hubiera debido ser una película de menos de dos
horas.
Un aspecto al que cuesta un poco acostumbrarse es
el uso generalizado de acentos británicos por un reparto que, por otra
parte, está compuesto mayoritariamente por ingleses, para unos
personajes que son todos franceses. En el fondo, fue una decisión
profundamente pragmática, pues hacer que los actores hablaran con acento
francés probablemente hubiera resultado molesto, y los acentos
norteamericanos no hubieran quedado mucho más lógicos que los
británicos. Probablemente, lo único que chirríe un poco sea la enorme
diferencia en la forma de hablar y el temperamento de ambos lados del
Atlántico.
Aunque al final consigue una interpretación
notable, Butterfield, que apareció anteriormente en “El hijo de Rambow” y
“El hombre lobo”, parece un poco envarado e inseguro al principio, hay
escenas en las que parece haber sido demasiado manipulado, tanto en sus
gestos más pequeños como en la dirección de sus miradas. Por el
contrario, Moretz (“Kick-Ass”, “Déjame entrar”), con la calidez que
irradia y su gran sonrisa, está cautivadora como una chica que está
deseando vivir una aventura al margen de los libros. Negándose a ponerse
sentimental, Kingsley capta tanto la herida profundamente enterrada
como el orgullo final de un artista borrado de la historia durante un
tiempo, mientras que McCrory resulta tonificante en el papel de su
esposa más joven que él, quien primero protege su secreto pero después
desempeña un papel crucial en ayudarle a liberarse de él.
Los
logros técnicos y de realización de la película son de primer orden,
combinándose para crear un regalo inmaculado a los amantes del cine del
todo el mundo. Sería difícil elogiar lo suficiente la fotografía de
Richardson, la dirección artística de Dante Ferretti, el vestuario de
Sandy Powell, los omnipresentes efectos visuales de Rob Legato, el
montaje de Thelma Schoonmaker, la banda sonora casi continua de Howard
Shore, y la legión de expertos técnicos que hicieron realidad todos los
sueños perfeccionistas de Scorsese.
Un detalle gracioso es
que la vista desde la torre del reloj de Hugo parece cambiar de altura
de una escena a otra, en comparación con la imagen de la Torre Eiffel al
otro lado de la ciudad, que a veces está al mismo nivel que la segunda
planta, otras está al nivel de de la más alta, y al menos en una
ocasión ofrece una perspectiva en la que se la ve desde arriba. Sin
duda, un trabajo de gran imaginación.
Trailer
P.D: Esta película esta basada en un libro: "La invención de Hugo Cabret" porBrian Selznick. Un libro constituido mayormente por imágenes.